jueves, 5 de enero de 2012

A las cosas por su nombre

A pesar de que van muchos años de no ejercer como historiadora - es mi locura permanente y mi profesión original - no puedo dejar de reaccionar con desconcierto a la poca capacidad que tenemos para asumir nuestra propia semblanza en este pedazo de tierra.

La discusión de los últimos días es agotadora: que si es dictadura lo que tuvimos en Chile o un régimen militar; que si fue golpe de estado o pronunciamiento militar.  


A las cosas por su nombre, que cualquier otra cosa es cobardía.  

Aclaremos algunos puntos para poder ser consecuentes: una cosa es la terminología que usemos para definir nuestros procesos - sin duda ésta debe ser lo más exacta posible - y otra cosa es el análisis histórico que podemos hacer posteriormente. Ahí se valen todas las visiones del mundo. Pero no nos engañemos. Si le quedan dudas de qué fue lo pasó en Chile, sólo es necesario tomar un diccionario, ver la definición de los conceptos y asumirlo como es.  Golpe y dictadura. Insisto: si hubo razones o no, o cuál es el juicio histórico posterior de lo que sucedió, es un tema totalmente diferente.

Seamos sinceros: lo grave no es cambiarle los nombres al relato.  Lo verdaderamente siniestro es no comprender que los pueblos que tienen soberbia en la memoria no avanzan; involucionan, se aferran a una visión de lo que no son y por lo tanto, no aprenden.

Se necesita humildad para asumir que nuestro camino como nación ha sido borrascoso, como el de muchas otras patrias.  Sólo con madurez y entereza podemos asumir que esa historia imprimió un sello en nosotros que nos hace diferentes.  Más conscientes de la fragilidad de los sistemas; atentos a los discursos exclusivos y excluyentes; enemigos férreos de los procesos pantanosos y faltos de transparencia.

En fin (suspiros y suspiros...): como hija de ese Chile y de esa época, me siento con el derecho de levantar mi voz (o más bien mi pluma) en desaprobación de la cobardía histórica. A las cosas, por su nombre.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo Marce. Quitar el nombre de 'dictadura' de sus libros de historia sólo es un intento por creer que no pasó, es negarlo, ¿y verdaderamente están dispuestos a olvidar / negar lo que vivieron por tener una 'historia más limpia'? Bueno, eso digo yo de lejos, desde este México que también muchas veces no llama a las cosas por su nombre (como la guerra que ya no es guerra). Un abrazo.

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