Érase una vez que puse esto en otro blog. Pero la pluma me obliga y va una mirada intensificada (revisé, la palabra sí existe en el diccionario...) de este tema: una sociedad políticamente madura es capaz de entender y aceptar que no todos piensan igual; que hay puntos de vista que tienen el derecho de ser verbalizados a través de los canales atingentes y de la forma correcta.
Al parecer, nos falta mucho para llegar a esta madurez. Nos ofendemos con mensajes que no son más que opiniones y puntos de vista, a ratos críticos y otros de apoyo, pero miradas que tienen el derecho de ser compartidas.
Nuestra inmadurez es imperdonable. A quienes les gusta la historia y disfrutan la lectura, o a quienes lo vivieron, recordarán los análisis que señalaron que los discursos exclusivos y excluyentes fueron los que llevaron a este país a terminar con tres opciones políticas irreconciliables. Y eso terminó en una crisis interna de proporciones. No nos hagamos los amnésicos. La cosa fue así y es bueno asumirla.
Hoy el tema es complejo. Tenemos a un grupo de "incapacitados en comunicación" que no saben hacer vocería desde el gobierno; se contradicen, son viscerales, sin tener respeto alguno por la disciplina de la imagen pública. Me irrita ver que no entienden que un funcionario público no es un dueño de fundo. El funcionario está expuesto a escrutinio y tiene el deber de transparentarse y articular argumentos. En el fundo, haga usted lo que quiera.
Por otra parte, tenemos a un grupo de jóvenes que no conoció ni se acuerda de la dictadura - vienen sin esa carga en los hombros. Hablan - aprendieron a hacerlo - unos más, otros menos. Argumentan. Se puede discutir si los planteamientos son válidos o no, pero están y resuenan. La cuestión aquí es otra. Si bien verbalmente son sólidos y consistentes, su lenguaje no verbal violenta, y atenta contra la búsqueda desesperada de paz de quienes vivimos otros tiempos en este país.
Aclaremos. El lenguaje no verbal es tremendamente importante a la hora de demostrar interés, respeto y foco en lo que se está haciendo. No sólo es importante lo que decimos sino que físicamente debemos demostrar que estamos dispuestos a avanzar en el diálogo. Veo las noticias y me canso de analizar gestos. El desastre de intolerancia es por lado y lado. Insólito.
Tenemos que aprender a no ofendernos. Contestemos, con ánimo de tener un diálogo crítico constructivo; analicemos lo que el otro nos plantea y respondamos con la pasión necesaria. Pero tengamos algo claro: todos tenemos derecho a dar opiniones. Eso se llama madurez. Toda opinión merece respeto: eso también es madurez. Llegar a acuerdos es signo de que sé comunicar y negociar; eso es, de fondo, madurez. Madurez para comunicar, y madurez para aceptar lo que se comunica.
No haga berrinches. Comuníquese, que así nadie pierde el tiempo.
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