Siento un afecto especial por algunas cosas, y un cariño inexplicable por algunas personas. Pero pasión- pasión es una palabra reservada para sentimientos muy especiales.
Siento pasión por la vida. Lo digo con convicción de espíritu y de pluma. Y si bien no suelo hacer alarde de las celebraciones internacionales de una y mil cosas, el 8 de marzo es una excusa que no puedo dejar pasar.
Conozco el dolor de las mujeres que pierden el cuerpo y el alma a la violencia inexcusable del verbo, y al arrebato sin sentido de un puño.
En el día en que el mundo celebra a la mujer, el llamado es a las mujeres para que se celebren a sí mismas. Que se levanten con la fuerza para marginar la violencia de sus vidas, pues no se la merecen. Para que alcen la voz para gritar – sea para espantar al que agrede o para pedir ayuda- pero que alcen la voz. En el 100º Aniversario del Día Internacional de la Mujer, pido alto y fuerte por las mujeres de cuerpo y alma, las sobrevivientes, las fuertes, las que inspiran, las que se levantaron, las que se dieron cuenta que sienten pasión por la vida, y se aferraron a ella.
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