La discusión de los últimos días es agotadora: que si es dictadura lo que tuvimos en Chile o un régimen militar; que si fue golpe de estado o pronunciamiento militar.
A las cosas por su nombre, que cualquier otra cosa es cobardía.

Seamos sinceros: lo grave no es cambiarle los nombres al relato. Lo verdaderamente siniestro es no comprender que los pueblos que tienen soberbia en la memoria no avanzan; involucionan, se aferran a una visión de lo que no son y por lo tanto, no aprenden.
Se necesita humildad para asumir que nuestro camino como nación ha sido borrascoso, como el de muchas otras patrias. Sólo con madurez y entereza podemos asumir que esa historia imprimió un sello en nosotros que nos hace diferentes. Más conscientes de la fragilidad de los sistemas; atentos a los discursos exclusivos y excluyentes; enemigos férreos de los procesos pantanosos y faltos de transparencia.
En fin (suspiros y suspiros...): como hija de ese Chile y de esa época, me siento con el derecho de levantar mi voz (o más bien mi pluma) en desaprobación de la cobardía histórica. A las cosas, por su nombre.
Totalmente de acuerdo Marce. Quitar el nombre de 'dictadura' de sus libros de historia sólo es un intento por creer que no pasó, es negarlo, ¿y verdaderamente están dispuestos a olvidar / negar lo que vivieron por tener una 'historia más limpia'? Bueno, eso digo yo de lejos, desde este México que también muchas veces no llama a las cosas por su nombre (como la guerra que ya no es guerra). Un abrazo.
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